Hola a todos, esa es la
pregunta que me hago hoy: “¿feliz día?" Pues me imagino que para todos los papás
y para todos los José y derivados sí.
Para mí no lo es mucho, la verdad. Sinceramente no es un día que quiera festejar aunque él se lo merece. Feliz día del padre, papá. Como he dicho tantas veces, y no me cansaré de decirlo, fuiste, has sido y serás el mejor del mundo. Te quiero muchísimo y para mí siempre estarás aquí conmigo, con nosotras. Tus niñas. Espero que sepas, desde donde quiera que nos vigiles y protejas, que día a día nos acordamos de ti. No hay día que no lo hagamos. Me siento infinitamente agradecida por haberte tenido como padre, no todos lo tienen tan bueno, genial, increíble y perfeccionista como lo he tenido yo. Echo mucho de menos, no os podéis imaginar cuanto, sus riñas, sus risas, sus cosquillas (sí, esas infernales que acababan en llantos suplicándote que parase porque ya me dolía la barriga y las mejillas), sus gritos incluso, sus bromas y sus frases típicas como: “¡cállate que no veo!”, “zarrapastrosa” o cualquiera que te inventaras en el momento. Siempre te llevo conmigo, en mi corazón, en mi crucecita colgada del cuello e incluso tatuado en mi piel en forma de una frase maravillosa que te identifica y hace que se me ponga la piel de gallina cada vez que lo veo. Papá, ‘I wish you were here’ y no sabes cuánto me gustaría estar contigo.
Para mí no lo es mucho, la verdad. Sinceramente no es un día que quiera festejar aunque él se lo merece. Feliz día del padre, papá. Como he dicho tantas veces, y no me cansaré de decirlo, fuiste, has sido y serás el mejor del mundo. Te quiero muchísimo y para mí siempre estarás aquí conmigo, con nosotras. Tus niñas. Espero que sepas, desde donde quiera que nos vigiles y protejas, que día a día nos acordamos de ti. No hay día que no lo hagamos. Me siento infinitamente agradecida por haberte tenido como padre, no todos lo tienen tan bueno, genial, increíble y perfeccionista como lo he tenido yo. Echo mucho de menos, no os podéis imaginar cuanto, sus riñas, sus risas, sus cosquillas (sí, esas infernales que acababan en llantos suplicándote que parase porque ya me dolía la barriga y las mejillas), sus gritos incluso, sus bromas y sus frases típicas como: “¡cállate que no veo!”, “zarrapastrosa” o cualquiera que te inventaras en el momento. Siempre te llevo conmigo, en mi corazón, en mi crucecita colgada del cuello e incluso tatuado en mi piel en forma de una frase maravillosa que te identifica y hace que se me ponga la piel de gallina cada vez que lo veo. Papá, ‘I wish you were here’ y no sabes cuánto me gustaría estar contigo.
Me encantaría contarte mi día a
día, como es la universidad, como es este curso, mis “no tan maravillosas”
notas, aunque seguro que me dirías que están bien. “¡No papá, no lo están!” te
diría yo entre sollozos.
Feliz día del padre, tú sí que
te lo mereces. Gracias por todo lo que nos has inculcado a mamá, a mi hermana y
a mí. No sabes lo agradecida que estoy de haberte tenido y disfrutado como
padre. Ojalá esto no hubiera pasado, pero la vida es así. Dura. Como ella sola
es capaz de serlo.
Necesito tus abrazos, tus
ronquidos en el sofá, que me lleves a la cama medio sonámbula cuando me quedaba
(y lo sigo haciendo) en el sofá dormida…
necesito tantas cosas. Pero lo primordial, tenerte aquí. Aunque sé que esto
nunca más podrá ser. Siempre con nosotras.
Papá, te quiero.
Y por cierto, feliz día del
padre a todos los papis del mundo y feliz santo a todos los José y derivados.
Un besito.
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